Comunicación y Pragmática

La Pragmática es el área de la ciencia de la comunicación  que se centra en los signos lingüísticos como expresión del actuar (el término griego pragma significa acción) y por tanto, estudia las “acciones” que plantea el lenguaje11. El término “pragmática” fue utilizado por primera vez, por dos filósofos del lenguaje, Morris y Peirce en los años treinta y al inicio de los años cuarenta. Sin embargo, fue el filósofo británico del lenguaje, J. L. Austin2  quien - junto con Searle3 y Grince4 - , descubrió la categoría de los actos lingüísticos y les confirió una importancia específica dentro del proceso comunicativo. Austin es uno de los estudiosos que han ejercido mayor influencia en la pragmática moderna.

 

El objeto de la pragmática: los actos lingüísticos

El supuesto fundamental del cual parte la pragmática es que, dentro de una determinada situación comunicativa,  dos interlocutores no solo  formulan frases con una adecuada estructura morfosintáctica y/o semántica, sino que cumplen también verdaderos y propios “actos”  denominados “actos lingüísticos”(el término técnico inglés es Speech Acts). Éstos constituyen la unidad básica del estudio de la lingüística pragmática.

 

La teoría de los actos lingüísticos de Austin parte de la distinción entre acto locutorio, illocutorio y perlocutorio. Al acto locutorio el filósofo le atribuye la función de “decir algo” o sea, de proferir un enunciado provisto de estructura morfosintáctica (acto fonético y fáctico) y de sentido (acto rético). El acto illocutorio, en cambio –considerado como central en la concepción de Austin- tiene la función de “hacer algo” porque cada vez que se pronuncia algo, se hace con un determinado fin (se quiere amenazar, mandar, transformar, etc)5, mientras que el acto perlocutorio corresponde a los efectos generados sobre los receptores.6.

 

Aún sin profundizar la teoría austiniana y los sucesivos desarrollos7,  esta simple referencia a los principales actos lingüísticos conduce ya a una conclusión importante: en un contexto determinado, la comunicación está sujeta a variaciones de grado, que no dependen únicamente de los matices del emisor, sino de la fuerza asertoria de los actos lingüísticos emitidos8. Esto significa reconocer que una determinada comunicación verbal no sólo tiene una función descriptiva del objeto en cuestión (nivel locutorio), sino que tiene también - por ejemplo una función conativa o imperativa, y así sucesivamente (nivel ilocutorio). Roman Jakob--son identificaseis características de la comunicación verbal (referen­cial, expresiva,  conativa, poética, fáctica, metalingüística)9, pero la clasificación  más conocida y seguida es la de  Searle, quien distingue cinco posibles tipologías de actos linguísticos:

  • Representativos o asertivos: Se representa el estado de las cosas (tal como el locutor lo advierte), se afirma,  de alguna manera la verdad.
  •  Expresivos: Se expresa un estado de ánimo, sentimiento, estado psicológico interno (tristeza, agradecimiento, alegría etc.).
  •  Comisivos: Con este acto uno se compromete a realizar algo en el futuro (con una promesa, una apuesta, un rechazo, etc.).
  •  Directivos: Se pide o se manda al interlocutor a hacer  - o no hacer- determinadas cosas.
  •  Declarativos: Se produce un cambio del estado de las cosas, se modifica la situación en la que vive una  persona (casarse, absolver, condenar, etc.).

Estas cinco tipologías de actos lingüísticos, identificadas por Searle, muestran en el fondo que el lenguaje, en todas sus posibles manifestaciones, no sólo sirve para expresar “cómo están las cosas” sino también para  “cambiar el estado de las cosas”, sugiriendo dudas, preguntas, respuestas ... En resumen, el lenguaje contiene un carácter  “pragmático”.

 

Estrategia textual y Pragmática

 

Otro aspecto importante, desde el punto de vista pragmático, es la estrategia comunicativa o sea la combinación, el orden y la jerarquía de todos los elementos lingüísticos de un enunciado. El éxito de una comunicación depende a menudo de la estrategia utilizada en el acto de comunicar. Dos anécdotas pueden aclarar lo que se acaba de enunciar10.

 

En el primero se dice que dos religiosos estaban en un jardín rezando devotamente  el breviario, pero mientras uno estaba atento devotamente a la lectura, el otro, insólitamente rezaba con un cigarrillo en la boca. Viendo al amigo el primero observa: "Pedí permiso al superior para fumar mientras rezaba y no me lo concedió. Cómo te lo concedió a ti? ". El amigo le contestó: "Formulaste mal la pregunta. No pedí, obviamente, si podía fumar mientras rezaba, sino si podía rezar mientras fumaba. Por supuesto, me fue concedida, ya que hay que orar en toda circunstancia.  La pregunta del segundo religioso había sido un acierto estratégico y había tenido el efecto deseado.

La segunda anécdota describe un episodio sucedido en el Vaticano antes del encuentro de oración interreligiosa, que se celebró en Asís en 1986 en presencia del Papa Juan Pablo II. Se buscaba un lema para el evento y una de las propuestas fue la siguiente: "En Asís, para rezar juntos" Esta formulación era insidiosa pues unía estrechamente el verbo “orar” y el adverbio “juntos”, con el peligro de evocar la idea de sincretismo, una mezcla que la Iglesia no podía aceptar. Todo se resolvió cambiando el orden de las palabras: "En Asís,  juntos, para rezar". El desplazamiento del adverbio fue un acertado cambio de estrategia.

Lo que se ha dicho hasta ahora demuestra el relevante papel que juega la estrategia de un texto para el oyente / lector, o sea, el conjunto de elementos fonéticos, lexicales, sintácticos, contextuales y retóricos que proporcionan las claves para entender no sólo el "sistema" transmisor sino también sus implicaciones pragmáticas11. El aspecto formal de un texto, de hecho, no es nada ajeno a la intencionalidad comunicativa!12

Verbos como prometer o absolver tienen implicaciones pragmáticas intrínsecas. Es evidente la profundidad de un enunciado evangélico como: "Hijo, tus pecados te son perdonados" (Marcos 2,5). Otros enunciados adquieren su peso pragmático del contexto, por eso, la simple exclamación ¡qué frío!, en un determinado contexto situacional, podría corresponder a la orden de cerrar la ventana. En otras palabras, el significado de un texto no se agota únicamente en lo que se dice sino también en lo que se quiere decir, o sea en la acción que un determinado enunciado produce en un determinado contexto. Un buen ejemplo de una acción producida por el contexto comunicativo particular se encuentra en el capítulo sexto de I Promessi Sposi. Alejandro Manzoni describe así el encuentro entre Don Rodrigo, un gran señor del pueblo, y Cristoforo, un pobre fraile que defendía una pareja de novios contra los abusos del primero:

"¿En qué puedo obedecerla?", dijo Don Rodrigo,

plantándose de pie en medio de la sala.

Aunque Manzoni no hubiera explicitado el verdadero significado de estas palabras (y en las líneas siguientes  lo hace), un lector competente habría entendido, de todas maneras la intención pragmática del texto. La pregunta en sí, es cortés y respetuosa, tanto en la formulación como en el contenido ("¿En qué puedo obedecerla?", pero la intención pragmática es muy diferente y lo revela la situación comunicativa precisa que se describe más adelante, cuando el autor presenta a Don Rodrigo: a) plantado b) de pie c) en medio de la sala. En realidad esa pregunta quería decir: "Fíjate delante de quién estás, sopesa las palabras y date prisa."

Este ejemplo demuestra, entonces que, para captar el significado de un enunciado, el lector / oyente debe prestar atención no sólo al contenido de las frases y de los textos, sino a la funcionalidad efectiva que  asume un enunciado en un determinado contexto comunicativo. En situaciones comunicativas diferentes, un mismo contenido (como, por ejemplo., ("¿En qué puedo obedecerla?", asume funciones pragmáticas bastante  distintas.

 

Semántica y Pragmática

 

Hasta ahora hemos utilizado frecuentemente términos como "significado", "función", etc. Es muy significativa la división tripartita de la ciencia de los sistemas de signos propuesta por Morris y la configuración con la que él los delineó en Foundations of the Theory of Signs, distinguiendo tres categorías: sintáctica, semántica y pragmática. Tal división genera varias dificultades, especialmente en cuanto a los límites entre semántica y  pragmática: ¿dónde termina la semántica y dónde comienza la pragmática? El campo de la pragmática, ¿pertenece al estudio del significado de los enunciados y, por tanto, de la semántica lingüística, o constituye el objeto de una disciplina autónoma?

 

Estas son preguntas importantes, porque de las respuestas que se den depende la definición de la pragmática, así como de la semántica. La  Encyclopedia of Pragmatics,  dentro del apartado relacionado con la  "definición de la pragmática"13plantea el mismo problema, destacando que hasta el momento ninguno ha delineado, de manera convincente, los confines de esta ciencia14.  Hace algunos años, Umberto Eco habló de "semántica en camino hacia la pragmática" y observó: "Sería inútil determinar si la semántica está "devorando" la pragmática o viceversa. Sería una mera cuestión nominalística, que al máximo puede interesar a las instancias académicas. Estamos ante un nuevo acercamiento semiótico que unifica la dialéctica entre  significado y comunicación15.
Los confines poco claros entre las dos disciplinas han llevado a algunos autores, entre ellos a Geoffrey Leech, a hablar de tres formas posibles de poner en relación semántica y pragmática:

  1. el camino según el cual la Pragmática está inserta en la Semántica (Semanticismo);
  2. el camino según la cual la Semántica está inserta en la Pragmática (Pragmaticismo);
  3. el camino según el cual las dos ciencias se ven como cercanas y complementarias (Complementarismo)16.

Esta diversidad de opiniones proviene del hecho de que los contenidos de la pragmática son igualmente objeto de estudio por parte de otras áreas lingüísticas: La Sociolingüística, por ejemplo,  tiene en común con la pragmática la relación entre estructuras sociales y la selección de elementos lingüísticos. Dado que la pragmática prevé la inserción de los usuarios, de sus motivaciones y de la situación comunicativa, se podría pensar en un área independiente de investigación, pero ello supone una concepción más bien estática del proceso comunicativo, que de hecho es el que prevaleció en los años treinta, cuando escribía Morris.
La semántica moderna ya no tiene en cuenta el significado como un concepto autónomo, porque decir que las palabras “tienen un significado, significa sólo decir que ellas son usadas de una manera determinada en un enunciado”17. El significado está siempre en correlación con una determinada situación: el contexto comunicativo es parte de su significado. Es difícil distinguir, en un determinado mensaje lo que pertenece al sentido y lo que pertenece más bien a las implicaciones subjetivas de los que se comunican: Por ello, es  impensable que se comprenda primero lo dicho y luego, sobre la base de informaciones posteriores, lo que ello sugiere. El sentido de un enunciado está compuesto por las palabras pronunciadas y por lo sugerido precisamente por las palabras. La así llamada "semántica indexical", por ejemplo, tiene en cuenta los índicios que dan informaciones relativas a los interlocutores, a sus presupuestos y creencias, a la situación en la que es dado un mensaje etc.

 

Debido a esto, algunos estudiosos han definido la Pragmática no como componente sino como perspectiva18: el primer término se basa esencialmente sobre una concepción "modular" de la lengua, por lo que cada módulo (y por tanto también la pragmática)19 tiene un terreno propio y un método, en cambio según la visión "prospéctica", la pragmática escomo una “sombrilla” que cubre cada área lingüística20. De ello se desprende que la pragmática pertenece al proceso comunicativo completo, como lo señala U. Echo: "Decir que la pragmática es una dimensión de la semiótica, no significa privarla de un objeto. Significa, más bien que el acercamiento pragmático tiene que ver con la totalidad de la semiosis, la cual, para ser plenamente comprendida, debe ser abordada también desde un punto de vista pragmático. La sintáctica y la semántica, cuando se encuentran en un total aislamiento, se vuelven - como sugiere Parret - disciplinas "perversas"21. Un defensor convencido de esta concepción es el belga Jef Verschueren, que se expresa como sigue: «[We are dealing with] a radical departure from the established component view which tries to assign to pragmatics its own set of linguistic features in contradistinction with phonology, morphology, syntax and semantics»22. a tendencia a considerar la Pragmática no como un ámbito, sino como parte integrante de cada etapa de la investigación predomina ahora entre los estudiosos de lingüística23y es, sin ninguna duda, mucho más respetuosa del proceso comunicativo24.

 

Para concluir este aspecto, podemos citar la reflexión de Anna Fumagalli, que, refiriéndose a un estudio realizado por H. Frankemölle dice: “Si, por lo tanto, la triple división según la cual, la  pragmática viene después de la sintáctica y de la semántica”, continúa siendo para H. Frankemölle un punto de referencia metodológico confiable, no obstante él afirma la necesidad de que a la “pragmática lingüística” le sea reconocido su estatuto de teoría global del texto, al que debe subordinarse  la sintáctica, la semántica, así como también los aspectos socio-lingüísticos.25.

Massimo Grilli

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1 Una introducción rápida y eficaz para la Pragmática la encontramos en C. Bianchi, Pragmatica del linguaggio, Roma - Bari 2003

2 J.L. Austin, How to Do Things with Words, Oxford 1962, London 19762.

3 J.R. Searle, Speech Acts. An Essay in the Philosophy of Language, London 1969; Expression and Meaning. Studies in the Theory of Speech Acts, Cambridge 1979.

4 H.P. Grice, Studies in the Way of Words, Cambridge MA 1989.

5 Un acto ilocutorio por ejemplo –aquél sobre el cual Austin se concentra mayormente-, proferido en un contexto determinado, tiene el valor de la ejecución del acto mismo. Si digo: “juro decir la verdad” hago una afirmación de la que me hago responsable y el interlocutor tiene el derecho de esperar un comportamiento coherente.

6Si hago una pregunta, el otro deberá responder; análogamente si doy una orden, el otro tendrá que obedecer.

7Searle, por ejemplo, fue un estudiante de Austin en  Oxford, que sistematizó la teoría del maestro, y al mismo tiempo  modificó la clasificación  de los actos lingüísticos. Sobre la «teoría dell’atto linguistico» remitimos a C. Mora Paz, «Introducción» in: C. Mora Paz – M. Grilli – R. Dillmann, Lectura pragmalingüística de la Biblia. Teoría y aplicación, Estella (Navarra) 1999, 17-21.

8 La noción de «fuerza» aplicada a los actos lingüísticos tuvo origen en un escrito de G. Frege, Begriffsschrift, Halle 1879.

9Las séis funciones identificadas por Jakobson ponen su acento sobre una pluralidad de aspectos: a) descripción o información del objeto en cuestión (referencial); b) manifestación del punto de vista personal (expresiva); c) incitación  a la aceptación de un determinado comportamiento o convicción (conativa); d) atención a la forma (poética); e) llamada de la atención sobre el canal comunicativo (fáctica); f) explicación de una determinada expresión (metalingüística). Es natural que no se pueda atribuir, de manera  rígida, a un determinado mensaje una única función específica porque éste, en el momento en el cual, por ejemplo, desempeña la función de dar una información puede también contener o esconder otras intenciones. Es cierto que puede emerger una función prevalente, pero, en realidad el proceso comunicativo es siempre mucho más complejo de lo que aparece.

10 Las tomo de una colección de U. Eco, La Bustina di Minerva, Milano 1999, 150.

11Para un desarrollo de esta teoría cf. T.J. Taylor, Mutual Misunderstanding. Scepticism and the Theorizing of Language and Interpretation, Duke 1992. En este trabajo  utilizo la traducción italiana: L’incomprensione linguistica. Lo scetticismo e la teorizzazione del linguaggio e dell’interpretazione, Roma-Bari 1996, 138-141.

12 Se podrían leer en esta clave también las figuras retóricas bíblicas que han sido objeto de un atento estudio de R. Meynet; cf. sobre todo la reciente: Una nuova Introduzione ai Vangeli Sinottici, Bologna 2001. Ya G. Mounin, en una antigua recepción sobre la retorica bíblica de Meynet, observaba: “En effet, si ces structures sont des moyens, ceux-ci doivent être disposés en vue d’une fin – qui est peut-être la mise en relief d’un sens” , Critique 62 (1986), 1202. Me parece que las múltiples formas de composición semítica, tal como Meynet las propone, permiten abrir no solo «una porta al senso» semánticamente entendido, sino también al sentido pragmático del texto.

13 Cf. J.E. Mey,  «Pragmatics», en: J.E. Mey (ed.), Concise Encyclopedia of Pragmatics, Oxford 1998, sp. 721-726.

14 J. E. Mey,  «Pragmatics», 725.

15 U. Eco, I limiti dell’interpretazione, Milano 1990, 270.

16 G. Leech, Principles of Pragmatics, London 1983.

17 D. Crystal, Enciclopedia Cambridge delle scienze del linguaggio, Cambridge 1987, 102.

18 Me baso sobre lo que afirma J. E. Mey,  «Pragmatics», 726-727, que proporciona una explicación sintética de ello.

19 Por «módulo» se entiende aquí la parte de un conjunto, considerada como autónoma y separable del resto, como por ejemplo los elementos particulares de un compuesto prefabricado.

20 J.O. Östmann,  «Adaptation, Variability and Effect. Comments on IprA Working Documents 1 and 2», en: Working Document 3, International Pragmatics Association, Antwerp 1988.

21 U. Eco, I limiti dell’interpretazione, 259.

22J. Verschueren, «Pragmatics as a Theory of Linguistic Adaptation”» en: Working Document 1, International Pragmatics Association, Antwerp 1987, 6.

23 Análogamente al campo de la electricidad, en el cual el  circuito integrado está  formado por una única placa de material semiconductor, sobre la que se condensan todos los elementos del circuito (condensadores, resistencias, etc.), en el campo de la Linguística la expresión pragmatica integrata identifica la dimensión pragmática come el elemento fundamental sobre el cual están enclavados los otros niveles lingüísticos.

24En los trabajos precedentes, y sobre todo en el primer volumen que ha inaugurado la serie «Evangelio y Cultura» titulado  Lectura pragmalingüística de la Biblia (cf. nota 36), hemos presentado el estudio semiótico de un texto en sus tres dimensiones clásicas. Ese tipo di acercamiento, intencionalmente propuesto al inicio, queda como un estudio propedéutico al camino sucesivo, desarrollado en cambio en el volumen de M. Grilli - D. Dormeyer,  Palabra de Dios en lenguaje humano. Lectura de Mt 18 y Hech 1-3 a partir de su instancia comunicativa, Editorial Verbo Divino, Estella  (Navarra) 1999.

25 A. Fumagalli, Gesù crocifisso, straniero fino alla fine dei tempi. Una lettura di Mt 25,31-46 in chiave comunicativa, Frankfurt am Main 2000, 46.